Pero Dios, reprochandoles sus defectos dijo:
Vienen días -- dice el Señor--,
en que haré un nuevo pacto
con la casa de Israel
y con la casa de Judà.
No sera un pacto
como el que hice con sus antepasados
el día en que los tome de la mano
y los saque de Egipto,
ya que ellos no permanecieron
fieles a mi pacto y
yo los abandoné.
--- dice el Señor--
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Hermanos, esto nos narra la desobediencia del hombre y las consecuencias de ello.
Pero para el Sublime Padre Todopoderoso, no hay obstáculos. Su Amor Infinito se hace evidente al darnos un Nuevo Pacto a través de su hijo Unigénito que es Cristo Jesús Nuestro Señor.
Este nuevo pacto también se llama "un mejor pacto" (Hebreos 7:22; 8:6). Se define mejor en Hebreos 8:10-12, citando a Jeremías 31:33-34: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón... porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado". Cristo es "es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna" (Hebreos 9:15).
La herencia es eterna porque el pacto es eterno. La sangre de la alianza es la sangre infinitamente preciosa de Cristo, a quien Dios ha resucitado de entre los muertos, y ahora "vive siempre para interceder" por todos aquellos que "se acercan a Dios por él" (Hebreos 7:25)
